lunes, 21 de noviembre de 2016

Cursar me mantiene cuerda

Después de un largo viaje finalmente regreso a casa, pero no me siento feliz. Tan solo siento cansancio por el extenso camino que recorrí. 

Mi casa, es mi depresión. El viaje por ese camino es mi paso por el mundo de los normales. 


Terminé de cursar y vuelvo a mis días oscuros. Suena triste y lo es, pero cursar me mantiene cuerda. 
La universidad cansa, pero me refugio en mis días cargados de actividades, libros que leer, apuntes que estudiar, grupos de estudio, charlas con compañeros y días enteros en ese edificio. 
Me encanta tener otros problemas ajenos a mi depresión, ansiedad y desórdenes alimenticios. Me encanta formar parte de los normales, sentirme en sincronia con el mundo, saber que estoy haciendo algo con mi vida. 
Y cuando el ciclo acaba me siento miserable y me sumerjo en la tristeza. 
Me fue muy bien este año, me daría una palmadita en la espalda. Cursé sólo seis materias éste año, pero las aprobé a todas y una de ellas promocionada. También rendí dos materias este año, y aunque no son tantas como quisiera, no es malo. Así que casi completé el tercer año de mi carrera, me faltan dos y la práctica que las haré el siguiente año según mis planes. 

Ahora me quedan los exámenes finales, a.k.a mi peor pesadilla. 
Cuando las fechas son durante las vacaciones se me hace imposible rendir porque siempre me deprimo y se me hace imposible estudiar y preparar materias. O peor aún, me paso meses estudiando y cuando llega el día me siento miserable, y la voz en mi cabeza me dice que me irá mal, por ende termino sin presentarme. 
Y así paso mis días evitando rendir por miedo, angustía, etc. y me quedo atrás con mi carrera. Porque aunque me vaya bien durante el año, solo tengo el 30% de mi carrera hecha y me dan ganas de llorar cada vez que pienso en esto. 




El próximo mes una de mis mejores amigas se recibe. Ella comenzó mi carrera un año antes que yo, sin embargo la terminará en tiempo perfecto. 
Yo sé que no soy ella. Toda mi vida traté de meterme eso en la cabeza porque fue un martirio desde siempre. Nos conocemos desde niñas y mi madre siempre me comparó con ella en el tema estudios. Si yo me sacaba un 9 en un examen, mi madre antes de felicitarme me preguntaba cuánto se había sacado mi amiga; y cuando le decía que ella tenía un 10, me preguntaba en qué me había equivocado. Así fue mi infancia y mi adolescencia cuando era el tema de las banderas de ceremonia. Donde yo siempre era escolta y mi amiga siempre era abanderada. Pesadilla.
Ahora trato, realmente trato de que no me afecte, pero odio saber que sí. Y puede que pase hasta por envidiosa, pero no es mi culpa. Ése maldito sentimiento creció con los años y con la ayuda de mis padres, lamentablemente. 
Y me duele porque no puedo alcanzar sus expectativas y peor aún, las mías.

Fuerza para éstos últimos meses del año. Para vos y para mí.
Nos leemos.


sábado, 5 de noviembre de 2016

Vos con ella, yo conmigo

¿Que será eso que ella tiene? Eso que te hace tenerla en sus pensamientos, en lugar de a mí. 
No la conozco tanto, sólo sé que me molesta mucho el tono de su voz chillona. Quizás eso es lo que te gusta de ella. Hasta te imagino repasando en tu cabeza sus palabras durante horas. Como yo solía hacer con vos. Aunque las tuyas no tenían significado alguno, al menos ya no.
Siempre halagaste mi inteligencia, quizás ella es más lista que yo. Algo que compartimos en común es un blog. Increíble. Y ésto lo se porque soy una muy buena stalker. La diferencia es que ella lo muestra con orgullo aunque su contenido sólo sea sobre escritores conocidos y uno que otro aspecto de su vida relatados sobre su espacio. Yo, en cambio, vuelco en éstas páginas todo lo que tengo en la cabeza y en el alma; y me aterra mostrarlo al mundo con tanta liviandad porque es como mi lugar de descargo. Acá soy yo, y en la vida real soy sólo una actriz de mi propia obra. 
Tambien es más joven que yo. Seguro te gusta esa chispa de jovialidad que en mi ya se apagó, o más bien nunca existió. 
No la he visto sonreir mucho, siempre tiene una cara de orto inconfundible. Puede que en eso seamos similares, aunque mi sonrisa falsa es lo que más me caracteriza. Así que no.
¿Y en el aspecto físico? Noté que su corte de cabello y la forma en la que lo lleva es igual a cómo yo lo hago. Largo, lacio, castaño y aburrido. 
En cuanto a su cuerpo, es un tanto delgada, normal. No tiene buen cuerpo, pero tampoco yo. Claro que mi "delgadez" se la debo a un desorden alimenticio que cargo desde hace años y del cual aún no logro recuperarme. A ella, en cambio, se la ve demasiado sana. 
No es tan alta como yo, y aunque me cueste trabajo decirlo, porque la inseguridad es lo que me caracteriza, creo que soy más linda que ella. 
Entonces, ¿qué tiene ella que yo no?
Autoestima, confianza en si misma y amor propio. Y acá me gana por goleada. Nunca aprendí sobre esto y no hay academia en el mundo de donde lo pueda aprender.

Por lo tanto, mis problemas siempre se resumen a eso. Me afecta en todas las áreas de mi vida, sobre todo en la amorosa. Pero nada es para siempre, supongo.
Confió en que un día voy a ser autosuficiente ante mis ojos y voy a mirar hacia delante dejando el pasado atrás, principalmente a él.
Es un trabajo duro, que lleva mucho esfuerzo y se hace de un paso a la vez, un día a la vez. Pero lo estoy haciendo. 
No necesito compararme con nadie, mucho menos con una mocosa que se cree un diamante cuando en realidad sólo es un carbón. 
Yo soy yo, y ella es ella. Y él, hoy, es de ella.



Nos leemos.