lunes, 5 de octubre de 2020

No soy yo, es mi depresión

Cuando los días son muy largos, cuando mis ojos permanecen empapados, cuando duele y la niebla es tan espesa no me deja ver un mañana, sigo la misma rutina. 
No es una novedad que llevo peleando contra mi misma desde hace muchos años. Llevo muchos años pensando en como terminarlo todo, mil ideas, miles de herramientas, miles de dudas y pocas certezas. 
Es tan fácil y a la vez tan difícil.
Desde hace días mi historial de búsqueda es vergonzoso. Son los mismos sitios a los que entro desde hace diez años, las mismas historias leídas tiempo después, blogs de gente que ya no está. 
Hace unas horas estaba llorando en mi cama, algo rutinario después de tantos meses duros, cuando escuché un escandalo afuera de casa. Un vecino se suicidó. 
Que oportuno, pensé. Y otra vez siento que es ese alguien desde el más allá diciéndome que yo todavía no. Pero qué se supone que deba seguir haciendo acá? Estoy cansada de que todo siga igual, del mismo dolor, de los miedos, de la misma gente, de este lugar, de mis sueños que mueren a diario. 
Otra vez quiero dejar la carrera. Quisiera retroceder el tiempo y hacer algo que realmente me apasiona. No quiero seguir estudiando algo cuyo lugar de trabajo me produjo ansiedad todos los días de mi vida. Siento que quiero ayudar a gente, animales, una profesión con corazón. Y no una en la que estén constantemente juzgándome por mis conocimientos, me incluyo. Quiero sentirme útil y segura de que lo que sea que haga por el resto de mi vida sea ayudar a alguien. 
Quiero con todas mis fuerzas ser feliz, encontrar a alguien que me quiera y quererlo también, quiero tener hijos, quiero conocer el mundo, quiero que mis días estén tan llenos de cosas lindas que cuando llegue la noche me duerma con una sonrisa gigante en el rostro y con el corazón lleno de emociones, y no tener miedo de expresarlas. 
Quiero respirar y que no duela. 

Pero no sé cuanto tiempo pueda aguantar, estoy harta y soy muy inestable. La pandemia saca lo por de nosotros mismos y la soledad lastima y mucho. La incertidumbre nos condena a vivir con miedo. Los planes ya no existen y quién tiene motivación a esta altura del año? Yo no. 
Sigo muy triste por lo de mi perrito y el encierro me asfixia. 
Estoy gorda, me volví a cortar el pelo y lo tengo oscuro. Quizás como una forma de autocastigo. 
No hablo con nadie, solo con mis amigas muy muy cercanas y porque una de ellas cumplió años y quería tomar alcohol el fin de semana pasado. 
Sigo ignorando grupos de whatsapp y a mis amigas de la facultad. Y pongo a mi dolor como motivo de mis actitudes de mierda. Después me quejo por alejar a la gente que quiero, o que me cae bien.
Es que a veces siento que no soy yo, es mi depresión. 
Nos leemos.