lunes, 5 de octubre de 2020
No soy yo, es mi depresión
miércoles, 30 de septiembre de 2020
Un ángel
Escribo esta entrada porque es la única forma en la que puedo aliviar un poco el dolor.
Hace unos meses encontré entre mis cosas una carta del 2004 que le escribí a un cachorro que tuve y había muerto. Yo tenía 9 o 10 años y ahora que lo recuerdo fue mi primera experiencia con la muerte. Creo que cuando pasan este tipo de tragedias siempre vuelco lo que siento en palabras.
Un mes atrás llegaron a casa dos cachorros que de inmediato se robaron mi corazón, los amé en cuanto cruzaron la puerta de casa. Eran pequeños y trajeron mucha alegría a nuestras vidas en estos tiempos tan horribles de pandemia. Al poco tiempo uno de ellos enfermó, lo llevé a dos clínicas, lo atendieron 6 profesionales y aún así su cuerpito no resistió tantos exámenes ni internaciones y falleció la madrugada del lunes. Y yo estoy absolutamente destruida.
Siempre fui muy sensible y considero que tengo una fuerte conexión con los animales. Son seres tan puros, sin ningún tipo de maldad que llegan a nuestras vidas por un corto periodo de tiempo para hacerte compañía y darte la confianza necesaria de que a ellos si podes amarlos incondicionalmente, porque ellos te aman también.
Y me duele que él haya tenido que pasar por eso siendo un bebé. Siento culpa, bronca. Quizás si hubiera actuado más rápido, si x profesional lo atendía antes que x veterinario, si hubiera evitado que le colocaran x medicación y si hubiera prestado atención a su mirada la última vez que lo llevé a la clínica.
No dejo de llorar y de querer tenerlo conmigo entre mis brazos, pero me consuela un poco saber que ya no sufre dolor y que le di mucho amor.
Me alegra que me haya elegido a mí para ser su mamá y vivir estos casi dos meses conmigo. Lo voy a recordar siempre.
La vida es tan injusta.
Nos leemos.
PD: ¿Creen que los animales absorben energías y enfermedades de sus dueños? Una vecina le comentó esto a mi madre hace unos meses cuando falleció mi perro de 9 años en noviembre pasado, y ahora no dejo de pensar en eso.
https://twitter.com/mvas8a/status/1310682870705463297
viernes, 17 de julio de 2020
La tristeza te acompaña pero no te sana
lunes, 6 de julio de 2020
.
Me duele la garganta de aguantar un grito visceral.
Mi piel entumecida se pone roja.
Y lloro.
Pero me detengo porque no tengo por qué llorar.
Desagradecida, loca, egoísta.
Imagino mi cara cubierta de sangre seca,
ojos sin vida y labios morados.
Loca, psicópata.
Quiero llorar hasta sentirme bien,
pero las lágrimas duelen más que todo.
Porque ni siquiera tengo privacidad para hacerlo.
Para matarme, digo.
Tampoco para llorar.
Dramática, estúpida.
Me agito de nuevo y entierro mis uñas en mis palmas.
Ya superé la época de maltratar mi cuerpo,
pero necesito matar con algo lo que tengo dentro.
Me siento poseída por un dolor inexplicable.
Dolor de aguantar, de fingir.
De parecer estar bien por fuera y por dentro estar podrida.
Estoy cansada de perdonar y acumular.
De pensar en los demás y que nadie piense en mí.
De encerrarme en mi misma y no dejar entrar a nadie.
De no pedir ayuda, o ignorarla.
De sufrir callada.
De sonreír mientras lloro por dentro.
De caminar hacia lo incierto.
De perseverar cuando ya nadie cree en mí.
De soñar y matar yo misma mis propios sueños.
De seguir estancada en la depresión.
De ver gente que habla mal de mí y sonreír.
De fingir ignorar los comentarios que me matan.
De pensar todo tanto todo el tiempo.
De querer demasiado.
De querer a demasiada gente y que nadie me quiera a mí.
De estas cuatro paredes tan huecas como yo.
Del reflejo del espejo.
De las voces que me quieren matar.
De que todos me abandonen.
De ser reemplazable.
De sentir tanto.
Del dolor de cabeza, cuando no puedo llorar como ahora.
De temblar y no de frío.
De temerme a mí misma.
Nos leemos.
lunes, 29 de junio de 2020
Libertad
viernes, 5 de junio de 2020
Sanar
viernes, 8 de mayo de 2020
Voces del más acá
domingo, 12 de abril de 2020
Pausa
sábado, 21 de marzo de 2020
Angustia que conecta
martes, 3 de marzo de 2020
El mal querer
sábado, 22 de febrero de 2020
La depresión
miércoles, 5 de febrero de 2020
La ansiedad
Me fui hace un rato hacia donde voy cuando no quiero estar.
Cuando mis manos no saben que hacer y para evitar el temblor incómodo cruzo mis brazos por delante de mi cuerpo.
Cuando mi mente no se calla y suena más fuerte que mi entorno.
Cuando juego con mi pelo y toco mi rostro, mi boca, mis orejas porque me duele la panza y no es de hambre.
Me incomoda la alegría ajena porque soy incapaz de dejarme llevar lo suficiente para sentirla mía. Siempre estoy en mi cabeza y me cuesta salir de ella, ignorar las voces y sentir junto al resto.
Por eso tomo alcohol aunque odie la resaca del día siguiente.
Por eso fumo marihuana aunque me den ataques de pánico.
Porque quizás puedan ayudarme a dejarme llevar como el resto o al menos apagar las voces por unas cuantas horas.
Para sonreír con ojos y dientes.
Para no sentirme como un robot, maniquí, anormal, rara, vacía. Pero es inevitable. Y lo veo venir cuando los nervios comienzan a devorarme por dentro.
Cuando mis ojos comienzan a divagar pero sin enfocarse en nada ni nadie realmente.
Cuando mi rostro sonríe y asiente pero en mi cabeza hay una tercera guerra mundial.
Cuando mi voz es bajita y mis palabras cortas.
Ansiosa desde que nací y hasta que me mate (la ansiedad).
Nos leemos.