lunes, 5 de octubre de 2020

No soy yo, es mi depresión

Cuando los días son muy largos, cuando mis ojos permanecen empapados, cuando duele y la niebla es tan espesa no me deja ver un mañana, sigo la misma rutina. 
No es una novedad que llevo peleando contra mi misma desde hace muchos años. Llevo muchos años pensando en como terminarlo todo, mil ideas, miles de herramientas, miles de dudas y pocas certezas. 
Es tan fácil y a la vez tan difícil.
Desde hace días mi historial de búsqueda es vergonzoso. Son los mismos sitios a los que entro desde hace diez años, las mismas historias leídas tiempo después, blogs de gente que ya no está. 
Hace unas horas estaba llorando en mi cama, algo rutinario después de tantos meses duros, cuando escuché un escandalo afuera de casa. Un vecino se suicidó. 
Que oportuno, pensé. Y otra vez siento que es ese alguien desde el más allá diciéndome que yo todavía no. Pero qué se supone que deba seguir haciendo acá? Estoy cansada de que todo siga igual, del mismo dolor, de los miedos, de la misma gente, de este lugar, de mis sueños que mueren a diario. 
Otra vez quiero dejar la carrera. Quisiera retroceder el tiempo y hacer algo que realmente me apasiona. No quiero seguir estudiando algo cuyo lugar de trabajo me produjo ansiedad todos los días de mi vida. Siento que quiero ayudar a gente, animales, una profesión con corazón. Y no una en la que estén constantemente juzgándome por mis conocimientos, me incluyo. Quiero sentirme útil y segura de que lo que sea que haga por el resto de mi vida sea ayudar a alguien. 
Quiero con todas mis fuerzas ser feliz, encontrar a alguien que me quiera y quererlo también, quiero tener hijos, quiero conocer el mundo, quiero que mis días estén tan llenos de cosas lindas que cuando llegue la noche me duerma con una sonrisa gigante en el rostro y con el corazón lleno de emociones, y no tener miedo de expresarlas. 
Quiero respirar y que no duela. 

Pero no sé cuanto tiempo pueda aguantar, estoy harta y soy muy inestable. La pandemia saca lo por de nosotros mismos y la soledad lastima y mucho. La incertidumbre nos condena a vivir con miedo. Los planes ya no existen y quién tiene motivación a esta altura del año? Yo no. 
Sigo muy triste por lo de mi perrito y el encierro me asfixia. 
Estoy gorda, me volví a cortar el pelo y lo tengo oscuro. Quizás como una forma de autocastigo. 
No hablo con nadie, solo con mis amigas muy muy cercanas y porque una de ellas cumplió años y quería tomar alcohol el fin de semana pasado. 
Sigo ignorando grupos de whatsapp y a mis amigas de la facultad. Y pongo a mi dolor como motivo de mis actitudes de mierda. Después me quejo por alejar a la gente que quiero, o que me cae bien.
Es que a veces siento que no soy yo, es mi depresión. 
Nos leemos.

miércoles, 30 de septiembre de 2020

Un ángel

Escribo esta entrada porque es la única forma en la que puedo aliviar un poco el dolor.

Hace unos meses encontré entre mis cosas una carta del 2004 que le escribí a un cachorro que tuve y había muerto. Yo tenía 9 o 10 años y ahora que lo recuerdo fue mi primera experiencia con la muerte. Creo que cuando pasan este tipo de tragedias siempre vuelco lo que siento en palabras.

Un mes atrás llegaron a casa dos cachorros que de inmediato se robaron mi corazón, los amé en cuanto cruzaron la puerta de casa. Eran pequeños y trajeron mucha alegría a nuestras vidas en estos tiempos tan horribles de pandemia. Al poco tiempo uno de ellos enfermó, lo llevé a dos clínicas, lo atendieron 6 profesionales y aún así su cuerpito no resistió tantos exámenes ni internaciones y falleció la madrugada del lunes. Y yo estoy absolutamente destruida. 

Siempre fui muy sensible y considero que tengo una fuerte conexión con los animales. Son seres tan puros, sin ningún tipo de maldad que llegan a nuestras vidas por un corto periodo de tiempo para hacerte compañía y darte la confianza necesaria de que a ellos si podes amarlos incondicionalmente, porque ellos te aman también. 

Y me duele que él haya tenido que pasar por eso siendo un bebé. Siento culpa, bronca. Quizás si hubiera actuado más rápido, si x profesional lo atendía antes que x veterinario, si hubiera evitado que le colocaran x medicación y si hubiera prestado atención a su mirada la última vez que lo llevé a la clínica.

No dejo de llorar y de querer tenerlo conmigo entre mis brazos, pero me consuela un poco saber que ya no sufre dolor y que le di mucho amor. 

Me alegra que me haya elegido a mí para ser su mamá y vivir estos casi dos meses conmigo. Lo voy a recordar siempre.


La vida es tan injusta. 

Nos leemos.


PD: ¿Creen que los animales absorben energías y enfermedades de sus dueños? Una vecina le comentó esto a mi madre hace unos meses cuando falleció mi perro de 9 años en noviembre pasado, y ahora no dejo de pensar en eso. 

https://twitter.com/mvas8a/status/1310682870705463297

viernes, 17 de julio de 2020

La tristeza te acompaña pero no te sana

Y yo por mi lado, obviamente, me sentí muy identificada porque aunque sea una persona hegemonica de acuerdo a los estándares de belleza actuales no quiere decir que la mina no se sienta insegura. Me recordó mucho a los comentarios de mis amigas, invalidando mis inseguridades porque yo soy "flaca". Si, flaca a costa de una anorexia nerviosa. La dismorfia siempre va a estar, para ella, para mí y para todas las personas que sufrieron o sufren de un desorden alimenticio. Porque no se va, nunca sanas del todo. 
Hoy me llegaron unas fotos desde mi grupo de amigas de la secundaria, fotos de hace diez años cuando yo estaba en el peor estado. Flaquisima, ojeras, pelo corto porque se me lo rompía al peinarlo, con ropa holgada pero con huesos sobresaliendo por debajo. Anécdota va y anécdota viene en el chat y yo no recuerdo nada. No recuerdo nada de ese día, ni de esa época, salvo lo que pesaba en ese momento y la comida jaja. Recuerdo con detalle la comida que había ese día porque no la podía comer. 
Y eso es triste, los desordenes alimenticios son tristes, los estándares de belleza son tristes, las criticas sobre los cuerpo ajenos son tristes, y todo lo que le siguió después en mi vida, los siguientes 10 años también fueron muy tristes.
Y ojalá cambie, ojalá yo cambie. Pero es difícil saberlo cuando la presión social siempre está. Y ahora cuando salgamos del confinamiento obligatorio va a ser muy duro, al menos para mí lo está siendo. El tan sólo pensar en salir la calle, cuando comience a hacer calor, cuando veamos gente nuevamente. Es una mezcla entre entusiasmo y mucha ansiedad, y tristeza. Porque es lo único que puedo sentir.

Nos leemos.

lunes, 6 de julio de 2020

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No puedo respirar y tengo la vista nublada.
Me duele la garganta de aguantar un grito visceral.
Mi piel entumecida se pone roja.
Y lloro.

Pero me detengo porque no tengo por qué llorar.
Desagradecida, loca, egoísta.

Imagino mi cara cubierta de sangre seca,
ojos sin vida y labios morados.
Loca, psicópata.

Quiero llorar hasta sentirme bien,
pero las lágrimas duelen más que todo.
Porque ni siquiera tengo privacidad para hacerlo.
Para matarme, digo.
Tampoco para llorar.

Dramática, estúpida.

Me agito de nuevo y entierro mis uñas en mis palmas.
Ya superé la época de maltratar mi cuerpo,
pero necesito matar con algo lo que tengo dentro.

Me siento poseída por un dolor inexplicable.
Dolor de aguantar, de fingir.
De parecer estar bien por fuera y por dentro estar podrida.

Estoy cansada de perdonar y acumular.
De pensar en los demás y que nadie piense en mí.
De encerrarme en mi misma y no dejar entrar a nadie.
De no pedir ayuda, o ignorarla.
De sufrir callada.
De sonreír mientras lloro por dentro.
De caminar hacia lo incierto.
De perseverar cuando ya nadie cree en mí.
De soñar y matar yo misma mis propios sueños.
De seguir estancada en la depresión.
De ver gente que habla mal de mí y sonreír.
De fingir ignorar los comentarios que me matan.
De pensar todo tanto todo el tiempo.
De querer demasiado.
De querer a demasiada gente y que nadie me quiera a mí.
De estas cuatro paredes tan huecas como yo.
Del reflejo del espejo.
De las voces que me quieren matar.
De que todos me abandonen.
De ser reemplazable.
De sentir tanto.
Del dolor de cabeza, cuando no puedo llorar como ahora.
De temblar y no de frío.
De temerme a mí misma.


Nos leemos.

lunes, 29 de junio de 2020

Libertad

Hoy escuché una canción que me recordó a la libertad.
Ese siempre fue mi sueño, ser libre, feliz, ligera y fuerte, como mi mamá. 
Cuando crecí viví mi sueño y luego lo dejé ir, y a mi junto a él. Nunca más volví a ser la misma.
Hoy cuando escuché esa canción estaba (estoy) en la mierda. Y ya sé que todos lo están y que es un año raro y que nadie la está pasando bien. Pero es que yo hace mucho que la paso mal. 
Hoy cuando escuchaba esa canción mi mente voló hacia ese instante libre y recordé como se sentía. Se me hizo un nudo en el cuerpo, en todos lados y quise llorar pero no lo hice.
Hoy mientras escuchaba esa canción mi padre estaba recargándome con sus problemas como siempre lo hizo, mientras yo me imaginaba con un par de alas. 
Y no es muy imposible pensar en que la única libertad que alguna vez conoceré será la de morir, para desprenderme finalmente del dolor de tantos años, de mi mente que no se calla, del mundo que me lastimó y hacer las paces conmigo misma por un bien común. 
Después de todo, según mi carta natal moriré de manera trágica e inesperada. Quizás no sea inesperado para mí.
No estoy bien, pero que mas da si nadie más lo está.

Nos leemos.

viernes, 5 de junio de 2020

Sanar

¿Ya se amigaron con la soledad? 
Creo que mi respuesta es sí. Los golpes del pasado, las decepciones, me prepararon para este momento. Antes sufría mucho cuando en todo un día mi teléfono no sonaba, era una verdadera drama queen. Hoy puedo decir que dejo el teléfono en silencio porque si alguien me llama o manda un mensaje es algo que no me interesa mucho. Antes vivía pendiente de un mensaje, de un like, de validación externa. Hace unos años decidí dejar de usar redes sociales y aunque siempre tengo unas ganas tremendas de volver, la razón nunca es mi propio deseo de hacerlo sino más bien mi entorno que a veces me obliga o la dinámica que el mundo actual maneja. Por ejemplo, conocer gente, tener citas. Entiendo que es algo bastante raro no usar redes sociales en nuestra época, yo también solía juzgar a quienes no lo hacían pero creo que es de las mejores decisiones que tome. Al menos puedo decir que me ayudó a que mi depresión no empeore, o no se despierte, porque por suerte estoy teniendo buenos días. Sin embargo, estás no son razones que menciono a cualquiera que me pregunta sobre mi extraña decisión, pero lo bueno es que tampoco creo que la gente merezca explicaciones por las formas en las que decido vivir mi vida. Son razones que me guardo porque se que pocos lo entenderían.
También me parece que es una fuente potente de energía negativa. Cada vez que me logeo a facebook para ver alguna novedad de mi facultad me da mucha bronca lo poco que leo. Puede que me haya convertido en una persona aún menos tolerante que antes, lo cual no está tan bueno, pero igual facebook es para tías providas y ex compañeros de derecha. 

Aún no soy mi mejor amiga y tampoco sé si alguna vez lograre serlo, pero me respeto más, me escucho más y apago al mundo cuando me pido estar en soledad. Y está bien, la soledad no es tan mala como nos lo hicieron creer toda nuestra vida. Es necesaria y sanadora.

Espero que estén muy bien. 
Nos leemos.

viernes, 8 de mayo de 2020

Voces del más acá

A veces cuando duermo se me ocurren cosas, ideas, inspiración que me llega en forma de voces. A veces es la mía o la de alguien más. A veces cuando despierto lo puedo recordar o al menos trato. Otras veces la voz es tan fuerte y mía que me despierta y lo termino anotando. Lo último que anoté fue: "Los que buscan y no encuentran, los que aman y no cuenta" (lunes 04.05). ¿Pero por qué?
Últimamente me estuve sintiendo más sola y soltera de lo normal, y ya se que todos nos sentimos así en estos momentos de aislamiento pero igual creo que estoy demasiado acostumbrada a eso. Tanto que es parte de lo ordinario, lo de siempre. Incluso, mi mente me recalca a diario que soy incapaz de merecer amor de verdad. Quizás porque me auto convencí siempre de que tal cosa no existe y que son solo sentimientos tontos generados simplemente por lo que te pasa cuando ves o estás con alguien que te gusta. Sentimientos pasajeros, insensatos e innecesarios, que te distraen. No me gusta pensar mucho en alguien, me olvido de todo lo demás y solo le dedico mis pensamientos a alguien que seguro ni siquiera piensa ni una vez en mí. 
Estas últimas semanas también estuve reflexionando sobre cómo era cuando era chiquita y me di cuenta de muchas cosas que no planeo mencionar acá, pero que me dieron el por qué de mi comportamientos de hoy en día. Y... okay, ¿pero cuando termina todo eso? ¿cuándo o cómo lo supero y paso a lo siguiente? 
Camino en círculos sin avanzar sobre el problema. Y lo quiero resolver pero me resulta imposible. Y me genera mucha angustia vivir con tantos miedos que para los demás son incomprensibles. 
Acá iba a poner un ejemplo pero me sentí muy pelotuda así que lo dejo a su imaginación. 

"Los que buscan y no encuentran..." Acá mi inconsciente me tiró una que se muy bien que no es tan cierta. Si bien creo que todos estamos buscando sentir algo por alguien todo el tiempo, yo no me considero muy buena en ese ámbito. Como que podría esforzarme más por abrirme a que realmente me conozcan y gustarles por algo más que lo meramente superficial. Peeero imposible. Muy complicado. Igual creo que nunca terminamos de conocer a alguien realmente. Frase muy cliché pero muy cierta, ¿debería mencionar el historial de mi padre o too much? Too much. 
Al principio todos nos guardamos nuestros trapos sucios y mostramos solo lo mejor de nosotros. Pero yo soy un libro cerrado con candado incluido y no quiero romperme para que puedas leerme.
"...los que aman y no cuenta". Bueno, creo con eso me refiero a mis ""amores"" del pasado que nunca llegaron a nada por mi culpa o la de ellos, porque tampoco me puedo echar siempre la culpa. Sí, es verdad que a veces actúo como una forra sin razón o por miedo, pero muchas otras veces los que no me quisieron seguir viendo fueron ellos y eso me destruye entera por supuesto. Aunque al mismo tiempo no me parece tan descabellado, a mis amigas les pasa todo el tiempo. Incluso cosas peores que si me pasaran a mí no sé si podría recuperarme, honestamente. O sí, pero después de mucho tiempo. 
Creo que vivimos en una sociedad desechable. Lo que consumís lo haces porque podes y lo desechas también porque podes y pasas a lo siguiente. Todo es muy artificial también, muy pocas relaciones duran y pocas personas son fieles. Entonces sabiendo todo esto, tener una pareja estable me parece terrorífico, como adentrarme a una película que no acaba bien. Y me cuesta mucho confiar en la gente, ni en mis padres para que se den una idea. 

No hay conclusión, me cansé de dar lástima.

Nos leemos.

 

domingo, 12 de abril de 2020

Pausa

Un mes de confinamiento obligatorio no son nada cuando la depresión es una vieja amiga tuya. Estoy acostumbrada desde siempre a ser la princesa encerrada en la torre. Y es muy normal en mí esfumarme de la vida de todos y pausar entre cuatro paredes de vez en cuando. 
Por ende, después de que la ansiedad que manifesté en la entrada anterior desapareció, me encontré en mi elemento. Aunque no considero que le esté sacando provecho como todos aquellos que se creen super motivados y ejercitan a diario en sus casas, o que de repente son excesivamente productivos y te hacen sentir como una vaga, desequilibrada, patética por querer dormir la siesta. Aunque si creo que aunque nunca estoy preparada mentalmente para nada, para esto quizás sí. 
De todas formas no me dura siempre, también tengo mis momentos de pánico cuando pienso en los planes que tenía. También en lo que vendrá después, mierda, eso si me desestabiliza un montón. Las personas que tienden a aislarse y tienen ansiedad saben lo aterrador de poner nuevamente un pie en la calle. Tu cabeza va a mil, pensas hasta en lo que piensa ese desconocido que ni siquiera te está mirando. ¿Y ahora que estamos en un escenario casi apocalíptico? Va a ser la fucking muerte. Pero aún falta, ya habrá tiempo de entrar en pánico.

Espero que ustedes y los suyos estén bien.
Nos leemos.

sábado, 21 de marzo de 2020

Angustia que conecta

Me duelen las noticias y que el mundo se haya detenido. 
Todos teníamos planes. Algunos quizás los podremos cumplir dentro de poco o quizás más de lo previsto, pero otros nunca podrán hacerlo. 
Y sentís esa cachetada, fuerte y desconcertante. Te quedas petrificado ante lo desconocido. Con miedo, mucho miedo y el corazón roto, rotísimo. Pero esa cachetada te recuerda que el mañana no es una garantía, que el hoy es un regalo y la salud un lujo de pocos.
¿Alguien más siente que se muere de ansiedad? Por momentos trato de hacer de mi día el más normal por diez minutos, hasta que recuerdo que estoy adentro de una película de terror. 
Pero es que lo que me angustia no es mi vida sino la de quiénes me rodean. Y mi mente se convierte una vez más en mi peor enemiga.

Hace una semana estaba con mis amigas en un bar, caminando en calles pobladas incluso de madrugada y bromeando sobre la última salida antes de la  supuesta cuarentena. Con un poco de miedo pero creyéndome superior por aún no haberme enganchado con los enfermos de la paranoia. Y que equivocada estaba...

Hoy tiemblo cuando escucho esa cifra ascender. Hoy las calles están vacías y los hospitales llenos. 
La gente está tan triste como yo y hasta el más valiente tiene miedo. 
Lo único que me consuela un poco es saber que entre todos nos acompañamos, desde lejos y sin un beso, pero compartimos un dolor que nos hace ver un poco más humanos que antes.

Espero que estén bien y que se cuiden mucho.


Nos leemos.



martes, 3 de marzo de 2020

El mal querer

Rehuyo el espejo por su honestidad.
Camino rápido y lejos de las ventanas.
Finjo no escuchar cuando me duele.
Sonrío mientras trago porque me quiero.

Pero en realidad no me quiero.
Y me cuesta entender tus ojos llenos de pasión al verme.
Cuando por mí solo siento repulsión y enojo.
Lloro y me alejo.

Porque estoy rota de nuevo.
Porque pierdo otra oportunidad.
Porque nos voy a lastimar.

Porque no sé querer.
Ni a vos, ni a él, ni a mi misma.



Nos leemos.




PD: Vean Spinning out en Netflix.

sábado, 22 de febrero de 2020

La depresión

Y un día volvió. Volvió la incertidumbre de los días cortos, las siestas largas, la habitación oscura y el teléfono en silencio. La melena despeinada, los ojos apagados y el corazón encogido. Y el dolor.
No entendía por qué me sentía tan "rara", hasta que me encontré echa un bollito en mi cama, llorando y temblando. Era mi amiga la depresión.
Hacía mucho tiempo que no la veía. Sin embargo la última vez vino luego de un dolor muy grande y no le presté mucho atención. Pero ahora apareció sin previo aviso.
Estaba bien, contenta, llena de energía, con ganas de comerme el mundo y después ya no. 
Ahora me apagué como una vela sin aire o en el medio del viento. 
Todo es gris y yo no.
Hago todo lo que debería hacer una persona normal pero no lo soy. Me esfuerzo por salir pero algunos días es en vano, como hoy. Hoy solo quiero llorar, acurrucarme y despertar en un mañana mejor. O no despertar más.
Porque no importa lo bien que estés, un día llega ella y ya no querés ser.
Pero no podes hacer nada porque es parte de vos, aferrada a vos para siempre.
Así es ella, la depresión.

Nos leemos.

miércoles, 5 de febrero de 2020

La ansiedad

Escucho risas a mi alrededor, veo bocas con dientes y arrugas en los ojos de la gente. Son felices y están presentes a junto a mi cuerpo. Pero yo no estoy.
Me fui hace un rato hacia donde voy cuando no quiero estar.
Cuando mis manos no saben que hacer y para evitar el temblor incómodo cruzo mis brazos por delante de mi cuerpo.
Cuando mi mente no se calla y suena más fuerte que mi entorno.
Cuando juego con mi pelo y toco mi rostro, mi boca, mis orejas porque me duele la panza y no es de hambre.
Me incomoda la alegría ajena porque soy incapaz de dejarme llevar lo suficiente para sentirla mía. Siempre estoy en mi cabeza y me cuesta salir de ella, ignorar las voces y sentir junto al resto.
Por eso tomo alcohol aunque odie la resaca del día siguiente.
Por eso fumo marihuana aunque me den ataques de pánico.
Porque quizás puedan ayudarme a dejarme llevar como el resto o al menos apagar las voces por unas cuantas horas.
Para sonreír con ojos y dientes.
Para no sentirme como un robot, maniquí, anormal, rara, vacía. Pero es inevitable. Y lo veo venir cuando los nervios comienzan a devorarme por dentro.
Cuando mis ojos comienzan a divagar pero sin enfocarse en nada ni nadie realmente.
Cuando mi rostro sonríe y asiente pero en mi cabeza hay una tercera guerra mundial.
Cuando mi voz es bajita y mis palabras cortas.
Ansiosa desde que nací y hasta que me mate (la ansiedad).


Nos leemos.

viernes, 10 de enero de 2020

Temporada desquiciada 2020

Trigger warning: si sufriste de algún desorden alimenticio en el pasado no leas esta boludes. Gracias.

Se terminaron las fiestas pero todas las calorías se quedaron en mi cuerpo.
Es muy raro este limbo de persona recuperada de un desorden alimenticio, porque aunque mi peso sea normal (lo supongo porque no piso una balanza hace mucho) y me alimente como una persona normal, sigo odiando mi cuerpo. Sigo sintiendo la grasa que hay en él. Es una sensación que me descompone físicamente, me da asco y miedo a la vez. Puedo sentir la grasa moviéndose por debajo de mi piel, por encima de mis órganos y creciendo con cada segundo que pasa.
Esto me pasa cuando subo de peso. Porque aunque no sé el número, puedo sentirlo. Mis piernas se ensanchan, el gap cuando junto las piernas desaparece, cuando me siento tengo un par de rollos en la panza, mi cadera se ensancha y aunque mi cintura se achica es sólo una ilusión, mis senos aumentan de tamaño y lo peor, mi cara. Mi cara que es más bien ovalada se convierte en el emoji de la luna llena y lo odio. 
Por cierto, me corté el pelo. Gran error. Siempre lo llevé largo por la cintura y en un estado de locura me lo corté por los hombros y es super raro verme así. No me desagrada tanto pero creo que no me lo volvería a cortar así. Así que en cierta forma también me siento más expuesta, ya no tengo mi safety blanket que cubría mi cara, torso y brazos. 
Así que mis primeros 10 días del año se resumieron en sentirme gorda, como hace diez años atrás. Sólo me aísle de mis amigos, familia y me refugie en series y comida, como hace diez años atrás. 
Espero que las cosas cambien porque esto no me está gustando nada. 
Lo escribo para ver lo miserable que soy así y lo estúpida que me veo escondiéndome del mundo por pesar unos kilos de más.
Y mañana voy a almorzar a lo de mi abuela porque me vio flaca. Yo ya no sé nada, estos desordenes te terminan volviendo absolutamente loca. Diez años más, diez años menos, la misma loca.
Loca cuerda porque sé de lo que hablo, lo que siento y veo, pero sigo enferma y aunque el resto no vea esos 3 o 4 kgs de más en mí, yo si puedo hacerlo. Y el hecho de estar recuperada y tener la conciencia suficiente para no querer volver a ciertos patrones que dañaban mi cuerpo, me hace mierda. Porque no se bajar de peso sanamente, tampoco siento que pueda hacerlo. 
Y este es el limbo del cual hablo. El estar mal mientras aparentas estar bien. 
Ya debería ser una profesional en esto, pero no.

Por cierto, parte de todo este desastre mental tiene que ver con que estamos en verano, me voy a la playa en una semana, tengo que comprar ropa de baño y me siento como siento. Y también, en noviembre me hice cortes en las piernas como una adolescente estúpida y las cicatrices aún son muy visibles. Así que creo que todo esto último es lo que me tiene tan desquiciada. Me gustaría que me dijeran al menos como puedo disimular las cicatrices. Gracias(? Y perdón(? si leíste hasta acá y te arruiné el día con mis pensamientos.


Nos leemos.