sábado, 31 de agosto de 2019

Llorar, fracasar, llorar

Es el último día de Agosto y me lo pasé con resaca y sin poder dejar de llorar.
Por lo mismo de siempre, por mí, por el ahogo y no ser quien quiero ser.
Por mis viejos, sus expectativas y las mías.
Porque la depresión no me deja ser normal y vivir como una persona.

No sé si a las que viven en Argentina les pasa lo mismo, pero es que todo es una mierda acá. Y más si estás sin trabajo. Me siento un parásito de nuevo. Me enfermo y no quiero depender de mis padres para eso. Pero no me queda otra porque todos mis ahorros se fueron en un celular nuevo el mes pasado, porque fui una estúpida y estaba ebria y rompí el anterior. No entiendo por qué tengo que ser tan estúpida. 
Me enoja no estar recibida aún y todo lo que me falta para eso. Tengo todo eso en la cabeza y lo que más me molesta, más que todo, es que no me esfuerzo para salir de esta situación. No estoy preparando exámenes, me hago la pelotuda porque estoy cursando materias y sólo me limito a leer, resumir y estudiar para esos parciales. Pero tengo las mañanas libres, tengo algunas tardes libres pero no puedo agarrar un libro. Y tengo quinientas excusas para mi comportamiento, todos los días y a cada rato tengo una excusa nueva y me engaño a mi misma. 
Esta semana estuve pensando en volver a terapia, pero obviamente no tengo dinero para darme ese lujo. Así que soy esto, me odio y no puedo cambiarlo. 
Apenas puedo abrir los ojos porque están demasiado hinchados, discutí con mi madre y no salí de la habitación en horas. Soy una adolescente atrapada en el cuerpo de una adulta.
¿Cómo puedo salir de esto?
La razón por la que quebré tanto en llanto hoy fue porque tenía lo necesario para terminar conmigo esta tarde y me puse a pensar en las reacciones de la gente luego de mi deceso. Pensaba que la cama sobre la que estaba ya no sería nunca más mi lugar de consuelo y que en unas horas podría estar en un ataúd, en un frío cementerio, para nunca más volver. 
¡Qué dramática! Y sí, pero todo es verdad.
Pero no pude, no me animé.
Y si me arrepiento, pero también me arrepiento de muchas cosas más.

Espero que las cosas mejoren para todos.
Nos leemos.

jueves, 29 de agosto de 2019

jueves, 1 de agosto de 2019

Crisis existencial número 795611

Escribo porque tengo unos impulsos tremendos de hacerme daño, hace tanto tiempo no sentía esto. Toda la bronca acumulada, las lagrimas tragadas, los gritos silenciados, la impotencia callada.
Cortar, pegar, quemar, sangrar, llorar, cortar, sangrar, seguir, cortar, sangrar, doler, callar, parar.
No importa si pasan meses o años, la adolescente atormentada que fui vuelve a decirme que soy esto. Que seguimos acá, igual que hace diez o más años. En la misma habitación, en el mismo medio, escribiendo de nuevo que me odio, que odio mi realidad, que quiero escapar y no sé como. Escapar de mi. 
Estoy cansada pero no me quiero morir. No quiero ser yo quien termine con todo. Pase tantas tormentas, cosas horribles y no quiero que todo sea en vano. Pero la puta madre cuando va a ser mi momento de sentirme bien? De estar en paz, tranquila con mis decisiones, con mi entorno, con mis sueños cumplidos, con la cabeza sin nubes grises, con una sonrisa gigante, llorando de la risa, siendo amada, EN PAZ.
Estoy muy arrepentida de las decisiones que tomé. Quiero llorar porque imagino que si no hubiera decidido regresar a casa cuando me fui hace 7 años hoy sería una persona madura, fuerte y quizás feliz. Siendo quien siempre quise ser, con una carrera que me llena, con un trabajo que me hiciera feliz. Viviendo sola y sin que me molesten, sin ver tanto a mi viejo que sin querer me hace muy infeliz, sin tener la presencia de mi vieja que se arrastra por un tipo que no la quiere, sin sentirme tan chiquita como mi hermano menor, sin tener a mis perros en las condiciones que me gustaría porque esta no es mi casa. Esto de jugar a la casita feliz, a la "familia perfecta" me está matando. Toda mi vida fue así pero ya no lo soporto más. Y no tengo adonde más ir.
Estoy temblando, mientras me miro al espejo que tengo al frente de mi escritorio con una compostura que asusta. Soy como la casita feliz de mis viejos, una farsa, nadie sabe que me pasa esto. 
Se me parte la cabeza y están todos aún despiertos, no puedo ni llorar. 
Y no puedo parar de pensar en por qué regresé a casa. Regresé porque mi papá se enojó tanto conmigo que no me hablaba y me dolía mucho. Y desde ese día mi vida es un tormento diario. Algo que hablé mucho con la psicóloga era el hecho de que mi viejo ama tenerme en casa y no le importa que tan infeliz sea mientras esté acá. Por eso nunca me pregunta por la universidad, no le interesa que consiga trabajo, me quiere acá. 
Hace un par de semanas mi amiga de toda la vida se fue a vivir sola y yo la fui a acompañar en su primera noche en el departamento. Y mi papá que es amigo de sus padres estaba indignado, "es una desagradecida", ¡cómo se va a ir así, después de todo lo que hicieron sus papás por ella!, "y lo deja al padre así enfermo, como si nada", "pobre .... debe estar destrozado". 
Quiero llorar, me siento como una presa acá. Pero si entiendo que me adora pero es una forma enfermiza de hacerlo. Igual entiendo que es algo de familia y es lo que más me aterroriza. Mis abuelos paternos eran un poco así. 
Mi mamá en cambio es todo lo contrario. Desde muy joven comenzó a viajar, a estudiar, trabajar fuera de su país hasta que se enamoró y se cagó literalmente la vida. Yo siempre traté de aferrarme a esa parte de ella, a la libertad, quería ser como ella, hacer cosas, que me crezcan alas y volar. Pero con cada año que pasa siento que esas alas desaparecieron y ahora estoy en un pozo sin salida. Me siento enterrada, en al oscuridad, sin aire en mis pulmones, con un nudo que me aprieta la garganta.
Ya ni grito porque de todas formas no me escuchan. Siento que también perdieron un poco las esperanzas en mi. Pasé de ser la hija prodigio que solo traía sobresalientes a casa, que estaba en la bandera, mejor conducta, a ser una piba de 25 perdidísima, sin futuro, con depresión y ansiedad porque eso no se va nunca.
Me sigue doliendo mucho la cabeza, ya no tiemblo y me tomé un té. No sé si fue eso o que escribí pero siento que al menos descargue un poco y la garganta se me ablandó un toque.
Me alegra tener al menos este lugar para hablar sobre esto. Ya no tengo amigas con las cuáles hablar de bajones y crisis existenciales. Supongo que porque crecimos o mejoramos, pero igual siempre estos momentos vuelven. Nunca se van, pero las personas sí. 

Nos leemos.