viernes, 17 de julio de 2020

La tristeza te acompaña pero no te sana

Y yo por mi lado, obviamente, me sentí muy identificada porque aunque sea una persona hegemonica de acuerdo a los estándares de belleza actuales no quiere decir que la mina no se sienta insegura. Me recordó mucho a los comentarios de mis amigas, invalidando mis inseguridades porque yo soy "flaca". Si, flaca a costa de una anorexia nerviosa. La dismorfia siempre va a estar, para ella, para mí y para todas las personas que sufrieron o sufren de un desorden alimenticio. Porque no se va, nunca sanas del todo. 
Hoy me llegaron unas fotos desde mi grupo de amigas de la secundaria, fotos de hace diez años cuando yo estaba en el peor estado. Flaquisima, ojeras, pelo corto porque se me lo rompía al peinarlo, con ropa holgada pero con huesos sobresaliendo por debajo. Anécdota va y anécdota viene en el chat y yo no recuerdo nada. No recuerdo nada de ese día, ni de esa época, salvo lo que pesaba en ese momento y la comida jaja. Recuerdo con detalle la comida que había ese día porque no la podía comer. 
Y eso es triste, los desordenes alimenticios son tristes, los estándares de belleza son tristes, las criticas sobre los cuerpo ajenos son tristes, y todo lo que le siguió después en mi vida, los siguientes 10 años también fueron muy tristes.
Y ojalá cambie, ojalá yo cambie. Pero es difícil saberlo cuando la presión social siempre está. Y ahora cuando salgamos del confinamiento obligatorio va a ser muy duro, al menos para mí lo está siendo. El tan sólo pensar en salir la calle, cuando comience a hacer calor, cuando veamos gente nuevamente. Es una mezcla entre entusiasmo y mucha ansiedad, y tristeza. Porque es lo único que puedo sentir.

Nos leemos.

lunes, 6 de julio de 2020

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No puedo respirar y tengo la vista nublada.
Me duele la garganta de aguantar un grito visceral.
Mi piel entumecida se pone roja.
Y lloro.

Pero me detengo porque no tengo por qué llorar.
Desagradecida, loca, egoísta.

Imagino mi cara cubierta de sangre seca,
ojos sin vida y labios morados.
Loca, psicópata.

Quiero llorar hasta sentirme bien,
pero las lágrimas duelen más que todo.
Porque ni siquiera tengo privacidad para hacerlo.
Para matarme, digo.
Tampoco para llorar.

Dramática, estúpida.

Me agito de nuevo y entierro mis uñas en mis palmas.
Ya superé la época de maltratar mi cuerpo,
pero necesito matar con algo lo que tengo dentro.

Me siento poseída por un dolor inexplicable.
Dolor de aguantar, de fingir.
De parecer estar bien por fuera y por dentro estar podrida.

Estoy cansada de perdonar y acumular.
De pensar en los demás y que nadie piense en mí.
De encerrarme en mi misma y no dejar entrar a nadie.
De no pedir ayuda, o ignorarla.
De sufrir callada.
De sonreír mientras lloro por dentro.
De caminar hacia lo incierto.
De perseverar cuando ya nadie cree en mí.
De soñar y matar yo misma mis propios sueños.
De seguir estancada en la depresión.
De ver gente que habla mal de mí y sonreír.
De fingir ignorar los comentarios que me matan.
De pensar todo tanto todo el tiempo.
De querer demasiado.
De querer a demasiada gente y que nadie me quiera a mí.
De estas cuatro paredes tan huecas como yo.
Del reflejo del espejo.
De las voces que me quieren matar.
De que todos me abandonen.
De ser reemplazable.
De sentir tanto.
Del dolor de cabeza, cuando no puedo llorar como ahora.
De temblar y no de frío.
De temerme a mí misma.


Nos leemos.