Amanece y miro el cielo, la luz atravesando las nubes,
borrando la oscuridad con cada segundo que pasa.
Estoy muy lejos de casa y me siento vacía como siempre.
Miro por la ventana y me encuentro con lo que queda
de mi lugar favorito cuando era niña.
Cumpleaños, risas, juegos, amigos, recuerdos vienen a mí,
y la calidez de esos días de primavera se apoderan de ese momento.
Pronto me doy cuenta de lo mucho que cambié,
y me pregunto desde cuándo estoy tan ahuecada.
Tan podrida por dentro y reluciente por fuera.
Un desastre que aún camina y respira sin entender por qué.
Me mira de nuevo y limpio mi labial de sus labios.
No se quién es.
Igual, ya lo olvidé.
Nos leemos.