Otro sábado en casa, ya se me están acabando las excusas para evitar invitaciones. Ahora por ejemplo tengo apagado el celular porque me harté de mentir y esquivar a la gente.
Estoy enferma, estoy mal, estoy deprimida y ningún amigo, ninguna risa, ningún trago puede hacerme sentir mejor. Lo peor es que no puedo hablar sobre esto con nadie. Siempre fue así, mi depresión y yo, nadie más.
Lo que menos quiero hacer es publicar este tipo de entradas pero es mi única forma de escape, de desahogo.
La segunda sesión de terapia fue un poco mejor. Ya no sentí ganas de llorar mientras hablaba, creo que la psicóloga logró comprenderme un poco más, pero los únicos temas que tocamos son la universidad, algo sobre mis padres y cómo era yo en la escuela.
Quiero tocar los temas fuertes pero no sé como sacarlos sin que ella me pregunte. Por momentos quiero hacer eso, quiero desahogarme del todo, confesar todo y gritarle que me ayude. Pero no me quiero quebrar en el medio del "tuve desordenes alimenticios, me corto, nunca me recupere desde la muerte de mi abuelo, pienso diariamente en suicidarme". ¿Cómo mierda decís eso?
También me da vergüenza confesar que me odio, que me disgusta mi cuerpo, que no puedo entablar una relación con nadie porque no me siento digna ni de ser mirada por alguien que me gusta.
Me da vergüenza porque la gente no me ve así, solo yo me veo así y me cuesta explicar el por qué no me quiero cuando ni siquiera yo lo se.
Que difícil es todo cuando tu peor enemiga sos vos misma.
Siento que con cada día que pasa rompo algo nuevo. Cada día pierdo un amigo, me peleo con un familiar, borro una red social o bloqueo a una persona. Es como si otra persona entrara en mi cuerpo y decidiera arruinar mi vida por diversión. Como en los dibujitos, siento que entra un bichito en mi cerebro y comienza a apretar botones sin saber el daño que me puede causar.
Perdí el control de mi vida, no es la primera vez pero cada vez me cuesta más recuperarme.
Espero que tengan un buen fin de semana.
Nos leemos.