Hoy dos personas se dirigieron hacia mí llamándome "modelo". Me causó mucha gracia obviamente y bromeamos todo el día con ese termino. Más tarde, dejando la broma de lado, uno de ellos preguntó si realmente alguna vez consideré el modelaje. Le dije que no, que de chica me ofrecían pero siempre me negué, al igual que las elecciones de reina que siempre realizaban. A lo que prosiguió diciendo, "que raro, sabes que yo conocí a una chica como vos, linda, alta, flaca, rubia que siempre se negó a esas elecciones..."
En ese momento mi cabeza hizo un click...stop. Me dijiste ¿flaca? ¿linda??? Obviamente no lo dije en voz alta, pero luego la conversación se tornó aún más extraña mientras en broma y broma me confesó que tuvo un desorden alimenticio de adolescente y que desearía ser tan flaco como yo, entre otras cosas extrañas, muy extrañas. Yo también termine diciéndole en broma que no me veía tan flaca y nos reímos fuerte.
Lo que me llevó a pensar nuevamente, la pobre percepción que tengo sobre mi misma. Es increíble, aterrador. ¿Cómo es que me veo realmente? ¿Quién es esa persona a la que miro cada día en el espejo? ¿Quién es esa que se esconde bajo mi piel? Me da miedo no poder ver bien.
Desde pequeña tuve este problema, y ya sé que es un tema recurrente en el blog, pero con los años empeoró mi amor propio.
Siempre fui alta, desde jardín de infantes era a la que ubicaban detrás de la fila por mi altura. Recuerdo que a esa edad no me gustaba ser así de alta y tenía cinco años, tenía una compañera que, sigue siendo mi amiga hoy en día, era más baja que yo y recuerdo que deseaba con todo mi ser parecerme a ella. Y no importaba lo mucho que mis padres repitieran lo linda que era, yo no les creía, simplemente me veía fea.
Ya en primer grado, recuerdo que hubo una elección de la reina en mi aula y me eligieron primera princesa. Yo me sentía tímida y también un tanto especial. Cuando llegué a casa con la noticia a mis padres, ellos reprocharon el por qué no me habían elegido reina, que seguro yo era aún más bonita que la reina. Para ese día mi tía me maquilló como mayor, delineador y sombras en los ojos y rojo en mis pequeños labios, me hicieron rulos en mi larga cabellera y no paré de recibir cumplidos ese día. Desfile con mi torpe andanza y me dieron una corona. Hoy al ver las fotos veo a una nena preciosa, disfrazada de grande, que no se sentía ni un poco linda.
Meses después de eso las cosas cambiaron y no a mi favor. Un día mientras cursaba segundo grado del primario, en el recreo jugaba con unas compañeras, reconozco que era un juego super torpe pero nunca creí que el desenlace me perjudicaría tan miserablemente. La cuestión es que caí de boca y mis dos dientes delanteros se me desprendieron de cuajo. Ni siquiera estaban flojos, eran de leche y aún no era tiempo de que salieran. Me dolió terriblemente, la sangre no paraba de salir, me enjuagaba y me ardía, tenía mucho miedo y el dolor era insoportable, pero no llore. Mis compañeras me ayudaron y acompañaron hasta el baño donde todas estaban super revolucionadas y yo solo escuchaba bullicios mientras me limpiaba la cara. Mi señorita no estaba, había una suplente y la muy estúpida no hizo nada más que darme una gasa para que me detuviera el sangrado. No lloré porque era muy tímida, supongo, tampoco quería preocupar a mis padres por eso (la historia de mi vida). Cuando termino la espeluznante jornada, mi padre fue a retirarme y de inmediato notó mi boca. Yo sólo dije que se habían caído, pero tenía las encías moradas, era imposible de ocultar algo así.
La conclusión de todo esto, es que los dientes me tardaron dos años y un poco más en salir, por el impacto del golpe. No se partieron, pero si demoraron mucho tiempo en salir. Ahora imaginen para una niña de 8 años con graves problemas de autoestima, no tener dientes durante dos largos años, fue terrible.
Durante este tiempo también viví cambios fuertes como fue la llegada de mi hermano. Viví ocho años siendo hija única, y luego llegó otro humano que se llevaba toda la atención. Creo que tuve un poco de celos en esa época, aunque no quería admitirlo. De esos años no tengo fotos con una sonrisa en mi rostro, y lo mismo ocurrió los siguientes diez años de mi vida. Cuando mis dientes finalmente crecieron nuevamente no eran lindos, la solución era la ortodoncia pero mi autoestima era demasiado baja como para soportar tener aparatos que me harían aún más fea. De esto me arrepiento mucho, porque hoy mis dientes me siguen pareciendo feos y me hacen sentir super insegura.
A los dieciocho años comencé a sonreír nuevamente mostrando los dientes y me gustó lo que veía en fotos. Aprendí que si me ubico en cierto ángulo, los dientes que están chuecos se perciben como normales. A muchos les gusta mi sonrisa y sucede que no es tan fea, eso lo aprendí hace muy poco.
Y es que era como una acción social, normal, que si no sonreís sos raro o te ves raro. También fue con el fin de encajar.
En cuanto a mi estatura, ésta se detuvo en la adolescencia y se clavó en 1.70, lo cuál no me hace extremadamente alta pero cuando uso tacos sin dudas sobresalto. Y no voy a mencionar la super guerra con mi cuerpo porque eso ya lo saben, desordenes, anorexia, bulimia, bla bla.
Hoy sigo sin verme linda, me sigo viendo grande, gigante, gorda. Me comparo con chicos y me siento tan grandota como ellos cuando es imposible que sea así. La gente se dirige a mi con otros términos, totalmente contrarios a la percepción de mis propios ojos.
Muero por llegar a ese grado de consciencia y verme realmente como soy y como siempre fui. Sólo espero que no sea demasiado tarde. Después de todo, mi vida pasa al igual que los años y estas inseguridades me lo han quitado todo. Felicidad, amor, armonía, paz, todo. Me quitaron a la pequeña y dulce Hazel que sólo quería crecer y convertirse en sus lindas muñecas de pelo largo.
Hoy sigo viendo fotos de esos tiempos y creo que hasta en aquella foto de mi cumpleaños numero uno, desde ese entonces tengo una mirada sombría, como si realmente supiera del terror que se acercaría, como si supiera que sólo iba a crecer en un mundo en el que su enemiga más grande sería ella misma.
No me gusto y hasta que no me guste mi vida seguirá vacía, seré la misma chica ciega e insegura que no es capaz que caminar con la cabeza en alto. La que oculta su cuerpo con cualquier prenda lo suficientemente holgada para que nadie noté los defectos que ella nota en su cuerpo cada día.
PD: Sé que cansó un poco con los mismos temas y siento que cada una de estas entradas son como un deja vú de alguna otra anterior, pero es que ni lo pienso simplemente escribo y después me doy cuenta de que ya hablé sobre algo similar. Así que perdón.
Y sí, estoy enferma y aun no busco ayuda psicológica (aunque se que la necesito) porque no siento que es el momento. Y quizás si lo sea, pero no tengo tiempo, creo.
Nos leemos.