miércoles, 19 de julio de 2023

Back to basics

 Nadie te dice lo difícil de aceptar la realidad que llega con los años, y sobre todo para una mujer. Sobre todo para una mujer en recuperación o recuperada de un TCA.

Subir de peso, acné, tener que incorporar productos antiage a la rutina, ver un cuerpo diferente frente al espejo, notar que tu pelo ya no brilla como antes, celulitis en lugares que no creías posible, etc.

Toda mi vida me sentí valorada por mi belleza, como si fuera eso lo único que yo podría aportar a este mundo. Nunca me sentí inteligente, o talentosa en algo, simplemente me levantaba y salía al mundo con la "skin" correcta para que todos me halaguen algo. 

Con los años los halagos fueron desapareciendo. Luego escuchaba rumores sobre mi subida de peso pero no le daba importancia porque ahora estaba saludable. Era un alivio no tener que levantarme a la madrugada a entrenar por horas antes de ver la luz del día, o no tener que hacer ruido al vomitar, o esconder comida en la pulcritud de mi habitación. 

Fueron años los que dedique a construir mi amor propio. Años de caídas, de autoflagelación, de llanto incontrolable, de intentos fallidos... Todo esto acompañados de una depresión mayor y una ansiedad que aún porto. Fue un trabajo muy arduo, entrando y saliendo de terapia, poniendo todo de mi parte y más. Pero todo esto se esfuman en cuestión de segundos cuando hoy me subo a una balanza o intento usar ese jean que me aprieta más de la cuenta. 

Me siento mal, me siento fea, me siento gorda. Esta última era mala palabra en mi vocabulario años atrás, la peor atrocidad. 

Hoy estoy con el mismo peso que me hizo caer en el abismo de ese TCA a los 14 años. 

Hoy con 28 años, sigo atrapada entre los estándares de belleza que te hieren todos los días. Que te matan. En una sociedad donde si sos mujer solo te miran y te tratan bien cuando cumplís con ciertos requisitos.

Hoy vuelvo donde empecé. 

Nos leemos.