domingo, 12 de abril de 2020

Pausa

Un mes de confinamiento obligatorio no son nada cuando la depresión es una vieja amiga tuya. Estoy acostumbrada desde siempre a ser la princesa encerrada en la torre. Y es muy normal en mí esfumarme de la vida de todos y pausar entre cuatro paredes de vez en cuando. 
Por ende, después de que la ansiedad que manifesté en la entrada anterior desapareció, me encontré en mi elemento. Aunque no considero que le esté sacando provecho como todos aquellos que se creen super motivados y ejercitan a diario en sus casas, o que de repente son excesivamente productivos y te hacen sentir como una vaga, desequilibrada, patética por querer dormir la siesta. Aunque si creo que aunque nunca estoy preparada mentalmente para nada, para esto quizás sí. 
De todas formas no me dura siempre, también tengo mis momentos de pánico cuando pienso en los planes que tenía. También en lo que vendrá después, mierda, eso si me desestabiliza un montón. Las personas que tienden a aislarse y tienen ansiedad saben lo aterrador de poner nuevamente un pie en la calle. Tu cabeza va a mil, pensas hasta en lo que piensa ese desconocido que ni siquiera te está mirando. ¿Y ahora que estamos en un escenario casi apocalíptico? Va a ser la fucking muerte. Pero aún falta, ya habrá tiempo de entrar en pánico.

Espero que ustedes y los suyos estén bien.
Nos leemos.