Tuve días normales, regulares e incluso buenos, pero no me sale escribir sobre algo que no sea estar del orto. ¡Que pesada!, y si.
Hoy hice todo lo que dicen los libros de autoayuda que leo para tener un buen día y evitar la ansiedad: meditar, hacer ejercicio, hacer yoga, escuchar música, tomar un baño relajante. Fail. No puedo evitar querer gritar y dejar que la ansiedad me lleve hacía lugares que prometí dejar atrás. ¡Que difícil todo!
No puedo evitar sentir miedo y desconfiar de mi misma. Me enfrento a cosas grandes y me sigo sintiendo indefensa y rota. Se que algunas veces soy fuerte pero muchas veces solo pretendo serlo por afuera.
Hoy discutí con mi padre y terminé temblando y atragantándome con comida. Es que cuesta mucho no sentirse de 15 años en casa de tus papás, con ellos resoplándote en la nuca en cada momento del día. Y es aún peor sabiendo que mi familia no es para nada tranquila, hay gritos y peleas a diario. Y aunque para todos son situaciones normales y pasajeras a mi me afectan demasiado. No puede ser normal esto. ¿Cómo puede ser que en realidad soy yo la que se siente rara? Yo soy la de los ataques de ansiedad y de pánico, yo soy la que tiene miedos, la que llora encerrada, la que va a terapia.
Estoy harta de ser tan complaciente con el único propósito de hacerle la vida fácil a todos pero hundiéndome cada vez más y más. Me arrepiento mucho de haberme dejado manipular por mis padres, de poner a todos por encima de mi misma, de dejarme para después, para nunca.
Necesitaba vomitar palabras aunque en este momento solo sueño con vomitar literalmente. Pero no, porque ya no tengo 15 años.
Nos leemos.