jueves, 17 de febrero de 2022

Vomito no literario

 Tuve días normales, regulares e incluso buenos, pero no me sale escribir sobre algo que no sea estar del orto. ¡Que pesada!, y si. 

Hoy hice todo lo que dicen los libros de autoayuda que leo para tener un buen día y evitar la ansiedad: meditar, hacer ejercicio, hacer yoga, escuchar música, tomar un baño relajante. Fail. No puedo evitar querer gritar y dejar que la ansiedad me lleve hacía lugares que prometí dejar atrás. ¡Que difícil todo!

No puedo evitar sentir miedo y desconfiar de mi misma. Me enfrento a cosas grandes y me sigo sintiendo indefensa y rota. Se que algunas veces soy fuerte pero muchas veces solo pretendo serlo por afuera. 

Hoy discutí con mi padre y terminé temblando y atragantándome con comida. Es que cuesta mucho no sentirse de 15 años en casa de tus papás, con ellos resoplándote en la nuca en cada momento del día. Y es aún peor sabiendo que mi familia no es para nada tranquila, hay gritos y peleas a diario. Y aunque para todos son situaciones normales y pasajeras a mi me afectan demasiado. No puede ser normal esto. ¿Cómo puede ser que en realidad soy yo la que se siente rara? Yo soy la de los ataques de ansiedad y de pánico, yo soy la que tiene miedos, la que llora encerrada, la que va a terapia. 

Pero mi hermanito de 19 años es el que se va primero de casa, con el dinero de mis padres claro. Él es el que estudia en la universidad paga y a quien le están por regalar un auto porque ya tiene licencia de conducir. 

Estoy harta de ser tan complaciente con el único propósito de hacerle la vida fácil a todos pero hundiéndome cada vez más y más. Me arrepiento mucho de haberme dejado manipular por mis padres, de poner a todos por encima de mi misma, de dejarme para después, para nunca. 

Hoy lo sufro. Y me avergüenza mucho sentirme verde de la envidia de la persona a quien mas quiero en el  mundo, pero es que ni envidia me atrevo a sentir por ser siempre la niña buena. 

Me perdí gente, retrocedí tanto estos años. Y me esta costando mucho resurgir, aceptar que soy una mujer con necesidad de independencia, de estar sola, con mis amistades, de salir, y que no está mal, que no por esto no quiero a mis papás o soy una desagradecida o una mala persona. Y todo eso que se me inculco desde pequeña.

Tengo 27 años y no viví como planeé hacerlo. Me aterra el futuro y los números que siguen después de este. No soy quien quiero ser. Y aunque no es tarde, hoy sé que lo es. 
Hoy me siento mal y aunque no me crean, en todo este año no me permití sentirme mal. Pero no voy a llorar. 

Necesitaba vomitar palabras aunque en este momento solo sueño con vomitar literalmente. Pero no, porque ya no tengo 15 años.   


Nos leemos.