domingo, 31 de agosto de 2025

El duelo es amor que no tiene donde ir

 Hace un mes murió mi abuela. La única persona que realmente me amó. Me amó tanto pero tanto que no creí merecerlo. Fue la única figura materna que conocí de chiquita, porque a mi madre solo la veía los fines de semana hasta los 8 años que nació mi hermano y dejó de trabajar tanto. Mi abuela era la primera persona que veía y la última que me arropada hasta quedarme dormida. La que pasaba tardes enteras haciéndome compañía. Cocinandome, alistándome, llevándome adonde sea que fuera me llevaba siempre con ella. 

Aguantó 93 años, 93 inviernos. Pero no llegó a la primavera, su estación favorita. Muchas veces creí y añoraba que fuera inmortal. Hoy veo las flores empezando a florecer sobre los árboles, el perfume de las flores por doquier y se que esas pequeñas cosas la hacían muy feliz. No se que va a ser de mi cuando llegue el verano y escuche el sonido de los coyuyos sin poder decir: "Abuela, escuche como cantan los coyuyos", ni poder ver luego su enorme y aniñada sonrisa. Los amaba, supongo porque anunciaban la víspera de navidad, otra época muy especial para ella. Desde temprano se ponía a decorar su hogar con miles de ornamentos y cuando ya no podía hacerlo por su cuenta, se sentaba y ordenaba a todos a su alrededor hasta que las cosas quedaban como a ella le gustaran. Otra fecha que va a doler, como todos los dias después de ese 30 por la tarde. Podría hablar horas sobre ella pero me reconforta saber que todos los recuerdos de su vida están a salvo conmigo.

La extraño, la amo y lo voy a hacer hasta mi último respiro. 

Gracias por todo abuela.

Nos leemos